Una de las formas más sencillas y efectivas de crear un efecto humorístico es lo que podemos definir como la inversión de la realidad.
Se llama así porque consiste, básicamente, en tomar una escena conocida de la realidad y darle la vuelta completamente. Antes de verlo aplicado en literatura, es más fácil de entender viendo este sketch de los Monty Python:
Las abuelas cogen el rol de los pandilleros jóvenes, el mundo al revés.
U este otro, para acabar de entender la idea y porque siempre apetece ver un sketch de los Monty Python: el del Super reparador de bicicletas:
Un mundo de Supermanes en el que uno de ellos tiene una identidad secreta: algo tan aparentemente insulso y cotidiano como ser reparador de bicicletas.
Lógicamente, este esquema se puede aplicar en literatura humorística. Por ejemplo, un cuento de Quim Monzó, se llama “Gregor”. Supongo que todos conocéis la historia de Gregor Samsa, una persona que se convierte de la noche a la mañana, literalmente*, en un escarabajo. Pues bien, en este cuento es un escarabajo el que se convierte en un niño gordo. Y los otros miembros de su familia de escarabajos, se lo miran, aterrorizados. El cuento narra los esfuerzos del protagonista para dominar su cuerpo y entender lo que ve en su habitación. Al ser cosas muy sencillas como levantar un brazo o comprender el significado de unos posters de adolescente en la habitación, resultan divertidas al ser narradas desde su punto de vista, como si fuera algo kafkiano**.
O un ejemplo que me parece difícil de superar. Este de Miguel Noguera.
Es un hombre que quiere a salir del lavabo y le dicen que no puede porque el mundo está ocupado. Sencillo, contundente y maravilloso.

Es un recurso relativamente fácil, cuando apuntas bien el tiro, y que te lleva rápidamente a mundos y posibilidades nuevas. Esto sí, lo podéis probar en vuestras casas.
*Uso correcto de la expresión literalmente.
**Uso correcto de la expresión kafkiano.
Si quieres saber más sobre la inversión de la realidad aquí tienes el curso de ‘Literatura de humor’ de Ramon Pardina.
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